La Injusticia se mueve ondulatoria
como alas de cuervos,
expectantes.
Las Leyes reposan inertes
o volátiles,
entre nieblas de indecisión y miedo.
La realidad golpea cruenta y trágica
en una región abrumada de riquezas
bastardeando la belleza de la vida.
Un hogar es el abrigo de la tierra
para el hombre.
Un hogar es la meta atávica
por la que mueren de fracasos las esperanzas.
Los ojos de los hijos sin hogar
tienen el color de la desesperanza
y la mirada volátil
de las leyes que reposan
inertes de indecisión y miedo.
Al negar a un solo grupo humano
negamos a toda la humanidad.
Aniquilamos la belleza de la vida.
Ser solidario no es hacer beneficencia.
Ser solidario eleva nuestro intelecto.
Ser solidario es brindar dignidad.
Quizás
logremos encender en los ojos de los hijos
sin hogar
la luz, la mágica y poderosa luz
que nos debemos.
Ana María Manceda-