Una rueda antigua
chirría,
repite, repite palabras
que sólo yo entiendo.
Gira su inercia de siglos
junto al molino,
y el viento de alientos
desesperados,
la mueve, viuda de agua
la mueve, nostálgica de
aquella caricia,
flujo transparente y fresco.
Lejano quedó
el eco del río,
la estría de la cascada
en la piedra,
el mecerse
de los navíos anclados
para siempre…
Haidé Daiban-
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