Hubo que hacer tantas cosas…
coser con hilos de aguacero
a los fantasmas rotos;
sacudir las cenizas depositadas en los muebles
hasta hacerlas levitar en polvo;
baldear los corredores donde el aire
llamando a maitines se retiró en silencio;
y correr las cortinas
que bailaban en las sombras.
Entonces los demonios
que hace tiempo esperaban detrás de las puertas
finalmente hicieron su tarea.
María Amelia Díaz-