No es necesaria la muerte para saber que no existes
Que los perros no ladran
Y la noche continúa oscura a pesar del fuego
Puedo decir que asfixia esta ciudad
Donde el verbo y el hombre son uno mismo
Donde no existe cuerda que ate a las alas
Pero esta ciudad no tiene paredes
Las hojas caen en dirección contraria
Y la luz continúa en los cristales
Doy gracias a Dios por el hijo agradecido
Por las horas en que me sumerjo abstracta
Entre libros y podredumbre
Hay una historia de barcos y bahía
Un poeta que escriba las locuras de sus dedos
Hay una historia, una ciudad y un poeta
Un hijo donde agarrarme para no caer
o descontar los días
Hoy llueve primaveras
Y la estación vuelve a penumbras
el final subvierte mi rastro
y estás aquí, aunando destrezas a pesar del olvido
Yuladis Rodríguez Batista-