Ve allí tu sol poniente
jornalero sin rumbo fijo:
gaviota migratoria
que busca tus sustentos
en los lejanos puertos
donde nadie te conoce.
He aquí tus huellas,
sal de las noches oscuras.
Ve allá tus osamentas
perdidamente solas e ignoradas
como esta voz que te canta
y en la lejanía solloza.
Mira allí tu sol jornalero,
tú que no eres ni padre
o hijo de la patria
sino el feto bastardo
y miserioso del descuido.
Ten aquí tu sol jornalero,
donde tu sombra se dobla
de sol a luna,
de día a noche.
He ahí, beduino del sustento,
donde existe
la malsana ingratitud
y que no te reconocen lo que aportas.
Daniel Montoly-