Añorar la antigua madera
que acoge la espalda
del caminante cansado
ya cerca del fin de su lenta
jornada de humo, pensar
que acaso fuera la escena
misma que borda el sueño
infinito de un arcano dios
cada golpe, cada paso
Saber que sólo queda
de todo la corta carrera final
de la cabra por el agreste
borde gris de los riscos
y el sol en su ruina de oro
y ese negro peregrino
bajo el viento helado
de la sexta luna que aguarda
desde la espiral sin fondo
de todos los tiempos
Alejandro Drewes-