Soy mi propio sentir, soy mi odisea,
ésa fuerza motriz que me libera.
Soy ése amanecer que me ilumina
y la lluvia de abril que me fascina.
Soy el puente que une los abismos
de aquel tiempo que corre tras sí mismo.
Soy el pluviómetro de mis lágrimas guardadas
y el candil que ilumina las brotadas.
Soy el fuego que en mi interior consume
reduciendo a cenizas, todo aquello que abrume.
Soy mi propio regalo y su envoltura,
la fragancia de ésa flor que aún perdura.
Soy la firme creencia armonizante
que me empuja sin cesar hacia adelante.
Soy la mano con la fuerza curativa,
convicción suprema y volitiva.
¡Soy la que transita, paso a paso,
la insondable infinitud,
con los ojos abiertos a la magia,
rebosante, el corazón, de plenitud!
Perla Rodríguez-