Lo sé.
No habrá paraíso en mi esqueleto de ceniza.
El amor tiene un rostro invisible idéntico a todo.
Cómo escupe veneno la angustia imperfecta.
Cómo agita el aire con su largo dolor.
Pero hay calma en la blancura.
Sabe que viene un fulgor
de látigos que estallan.
Caerán secas las máscaras.
Es preciso aguardar
más quieto que el silencio
entre crímenes diminutos.
Intacto.
Damián Andreñuk-