Un racimo de uva nos condensa
el licor, la dulzura espirituosa.
Nos atrae su aroma cual la rosa,
que invade y nos envuelve por intensa.
Nos asombra su forma roma y densa.
Pirámide de jugos, majestuosa.
Se vuelve escurridiza por acuosa
e impregna paladares sin ofensa.
Decora con zarcillos los parrales
desde un lejano tiempo de arrabales
hasta el hoy, que los forma con esmero.
Sabiendo que al cuidarlos se preservan
su presencia en el tiempo y se conservan
los deseos de un Baco, por primero.
Laura Beatriz Chiesa-