El joven camina triste y en silencio,
recorre bajo el sol, veredas
que semejan la cabellera de agua.
Deambula hambriento y descalzo
por las laderas de Matlalkueyotl.
No sabe escribir en la tabla de su alma,
sólo sabe de hornos de carbón
y a veces, planta cardos
que cosecha rosas.
Trae en su espalda cicatrices de la vida,
un manojo de leña,
un ramillete de flores,
unas frutas,
unos sueños para venderlos en la plaza.
De regreso,
trepa la sierra por Auakatlajapan
y lleva en su espalda
las cenizas de sus muertos.
* Poema en náhuatl, mención especial en la convocatoria del XXX Premio Mondiale
Poesia Nosside, en Regio Calabria, Italia
Sixto Cabrera González-