Me paseo con mi boina azul comprada en Compostela
Llevo un echarpe rojo comprado en Bolonia
En la mano sostengo una pipa que amé en Casablanca
En el bolsillo guardo la tabaquera con tabaco holandés
De tiempo en tiempo evoco el puerto de Valparaíso
Miro un viejo billete con la imagen de José Pedro Varela
Tengo una alforja de colores traída de Salta
Y unos fósforos de cera que encontré en el Paseo de la Castellana
Evoco la mirada de una mujer en la niebla
Otra mujer de cabellos ondulados asomada al cristal
La fotografía de un niño con un moño azul
Una moneda celta un mosquetero una pitonisa
Evocan el vizcondado de Béarn en este otoño
Un eclipse como una alegoría en Plaza San Martín
Siempre hay un tren y un asiento abandonado
Siempre lluvias y pasión y caricias en el desorden
De una muchacha espléndida bajo el sol
La imagen del Museo Romántico en Trinidad
Una carta de un poeta rebelde de Asunción
Hay habitaciones con abanicos huérfanos
Vociferaciones en la ausencia desprendida de la noche
El agua golpeando peñascos y una música de jazz
También un pájaro de alas errantes en un bosque
Figuras mitológicas en un libro de Émile Genest
Y mascarones de proa azules en un museo olvidado
Hoy me siento libre e invisible por las calles
Carlos Penelas-