Se presenta pálido y callado.
Es un abismo fértil,
un mar calmado por fuera.
Sediento devorador de palabras,
que las atrae como hechizo medieval
y las muestra como espejo,
como un cristal tallado,
como el grito mudo del alma.
De tinta y lágrimas se contamina.
Y aún cuando le lastiman de tachones,
sonríe detrás del renglón,
sabe que puede cambiar el mundo.
Betina Saredo-