Poemas

Tango

Valiente y hermoso

no pudo la muerte malgastarte.

 

Mis labios

te hacen inmortal:

te he amado mucho.

 

Sin falta recuerdo

el fulgor de tus ojos

la magnolia de tu piel

tu sonrisa de malevo

tu rítmico andar

y esa manera de engañar

que sólo en ti perdono.

 

No volverás,

ya lo sé.

Tampoco soy el mismo

que amaste.

El daño y las penas

han hecho de mí un despojo

y de mi alma

una errante sustancia.

 

Y entonces

de repente

en un café

de Alvear con Uriburu

apareces.

 

Te veo llegar,

me buscas

y como si nunca hubieses partido

me saludas

y sonríes desde esa eternidad

donde te amo.

 

Vana es la muerte

para quien sobrevive

y sigue amando.

Vana también la vida.

 

Harold Alvarado Tenorio-

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