Mis latidos,
apenas se perciben
entre díscolos desafíos.
El trémulo paisaje
ha perdido la memoria.
Mis lágrimas,
se deslizan silenciosas
por mis heridas
lúcidas de orfandad
y de indiferencia.
Creí en ti,
en tus palabras,
en tu sonrisa,
en tus caricias.
Hoy comprendo
que sólo fui,
una desesperada jugada
en manos de un tahúr
que buscó desatar nudos
para despegar de su pasado.
Alguien,
abrió las puertas de mi corazón.
Duelen mis latidos
Y como asustada mariposa,
trato de cerrar ese umbral
donde, el fuego del infierno
destruye sentimientos.
Muy pronto
buscarás mi presencia.
Sólo encontrarás
un jardín abandonado
y el temblor
de una paloma azul…
¡Que levantó vuelo hacia el olvido
Del libro de la autora: Mascarón de Proa
Lydia Pistagnesi