Cristales rotos profanan mi bohemia disfrazada.
No puedo moverme.
Señalan mi pasado.
Devoro mi última carcajada lanzada en un grito.
Coloreo el fin, con múltiples rostros,
delineando el hueco del olvido.
Busco la grieta por donde escape la locura,
atrapada en nudos de un tiempo suplicante.
Verbos paranoicos movilizan los cristales rotos,
degollando a la muerte sobre una cruz,
mientras una luna seca en cuerpo presente
no deja de mirarme.
Del libro En brazos de dos lunas
Mary Acosta-
Pingback: 28 de febrero de 2018 : : Cronica Literaria