A veces te pierdo.
No sueles estar en los ojos
de ningún marinero de mi país.
Ellos son altos
y hablan de sus mujeres
voluntariamente casadas con ellos
voluntariamente cansadas de ellos
casualmente enamoradas de otros.
Tú no apareces en sus ojos
pero en verdad
ellos no saben de ti
más que estas ganas mías de decirles:
hace tanto tiempo que no la veo
ella es dulce
como el corazón de vuestras abuelas
ella no está cansada
y, si no aparece,
es porque le gusta ser misteriosa.
Los ojos de los marineros de mi país
son de un color ronco,
mas ella, a veces, se complace
en convertirlos en tardes de verano.
Cuando esto sucede
ellos miran dulcemente
mi tremenda manera de saber estar solo
y al continuar sus caminos
se acuerdan de sus mujeres.
Del libro 22 Poemas y La máquina electrónica o Cómo desesperar a los ejecutivos
Miguel Oscar Menassa-