Ni siquiera el ruido de mis pasos
encuentra lugar entre los ruidos,
sólo deja su angustia en el adentro
donde como tambor repiquetea
para no morir en la orfandad.
Y se encuentra con la huella de mi sombra
que en silencio deambula por la senda.
Ella es dueña del ruido de mis pasos,
se incorpora al universo de mi vuelo,
acaricia mi angustia, no mi cuerpo
y el milagro se produce en mis tinieblas.
Somos una las dos en el espacio
para enfrentar duendes y dragones,
el ruido del andar como eco
sutilmente vuela a la montaña
donde la cueva del halcón abre su puerta.
Emilse Zorzut-