Mis hermanas trepan sus bicicletas
y parten rumbo a la costanera.
A contraviento, sus largos cabellos
de azúcar negra se desordenan.
Sonríen cuando ven al niño
que corre tras cada sombra, sin prisa,
intrigado por vaivenes del río fronterizo.
Las ruedas dibujan jeroglíficos,
acompañan la cadencia de los pedales.
Serpentea el sol entre chispas de arena.
Del libro Un niño en la orilla
César Bisso-