Aquí se ve a alguien que cocina.
Aquí yace una cocinilla
que arrebata las cortinas de la emancipación
y cuyo límite es el cielo de la casa.
Aquí florece su rol,
cría esparciendo lágrimas
de panes olvidados
y tenedores de tristeza y pobreza.
Nada le detiene en su
azarosa carrera del proveer.
Aunque a lo lejos se desprende
de sus recuerdos.
Aunque a lo lejos parece ser oída.
Aquí una mujer mayor
presenta su atávico recuerdo,
sus palabras y arrugas;
su silencio y sus ganas de no ser olvidada.
Aquí se ve a alguien que cocina;
aquí un recuerdo casi entrecortado
en las puertas de los adobes,
en los márgenes del cielo,
en la casa empapada
de la más fría de las aguas.
Pedro Murúa Castro-