Me hice un café el otro día.
Era de sabor suave,
era de olor exquisito,
era como tú en la mañana.
Un día me fui a trabajar,
degusté tus labios otra vez.
Me diste un paraguas,
me dijiste que me iba a mojar…
no te hice caso una vez más.
Cuando volví empapado no estabas,
creí que cocinabas.
Al darme cuenta de que desapareciste,
lloró mi alma con el atardecer otoñal.
Te busqué y no te encontré,
hasta que tu paraguas usé.
Estabas en un parque, tomando café.
Donde hace tiempo,
por primeras vez,
te besé.
Imanol Prieto-
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