recuerdo las frondas del combate
frente al tiempo que parecía
estático, frente al campo abierto.
Pregunté por ti desde las ramas
del sueño y su claroscuro:
Supe que podíamos tallar
nuestras figuras y macerar
el alma con la corriente hipnótica
del anhelo y del buen augurio.
No creo que olvides al brazo
que espera abierto para recibirte;
porque el olvido como la espera
lucen como el llanto
y el pecho ahógase en su respiro.
André Cruchaga-