Poemas

Mi casa y mis palabras

Me empecino en leer con ojos limpios

los frutos de otras vidas: sólo voces

sin ilación, sólo ajeno lenguaje.

 

Lo que otro amó, yo lo odié; lo que odiaron

fue para mí una devoción. Ninguno

de nosotros escribió el mismo verso.

 

Con tal pan de mendigo aún me alimento

y no hay tiempo peor que el que va en blanco.

Pasaron días huérfanos de sílabas.

 

Lectura, amor primero: todo amor

fue tan distinto después de esos libros

en que fundé mi casa y mis palabras…

 

Guillermo Pilía-

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