Tu mirada está triste detrás de la rejilla,
paloma secuestrada,
cárcel de sucio azul que soporta tu cuerpo
con el cansado peso de los siglos,
condena inmerecida que te arrastra
sólo por nacimiento del género “maldito”.
No alcanzaré tus ojos,
pero el negro más negro de la rabia
me devora por dentro.
¿Dónde está el dios silente
que bendice las horas despiadadas
y que acepta las viles oraciones
de hipócritas verdugos?
Han reducido tu persona
a la nada indefensa, eres un ser ausente
por las calles de polvo ceniciento,
y en tu boca se esconde
el aroma perdido
de una rosa que nunca ha visto el sol.
Mientras corbatas célebres
anudan mil artículos legales,
en textos infinitos.
Del libro Habitando la sombra, 2006
Milagros Salvador-