Trémulos huesos encaramados en el tiempo,
huelgan los deseos enraizados de tu hiel,
desbordan los más satíricos sentimientos
que escapan a la vista , a no ser de aquel;
que se apiade de sí , el del talante perdido,
ya no tengo que sufrir para saber que soy feliz…
ya no tengo que morir , para saber que he vivido,
explícale a La parca, que no tiene por quien venir.
“No era la melancolía
la que atiborrada de sueños sufría.
Era la alegría,
que habiendo fracasado en ésta vida
se había inmolado
en la mansedumbre de los desafíos inconclusos,
en la distancia que se apega a los besos como escalofríos,
a los otoños de ocres abayados
pero sin lágrimas,
por las mañanas,
del rocío…”
Bárbara Himmel-
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