Ya no recuerdo.
Conducía despacio
y me vi cual pequeña florecilla
escondiéndose entre piedras.
Y era un ramillete de violetas
de aquellos de los ojales.
Engalanando a los hombres
para acabar en el suelo.
Circuitos hacía el asfalto,
los coches me adelantaban
y mirando sólo de frente
violetas en los arcenes.
Dormida estoy, cansada.
Que ya no sé conducir mi vida.
Que soy mujer de orillas
queriéndose ir de esta vida.
Violeta me hicieron,
sin ser vista bien pisada.
Grandes pruebas
de la lejana aurora.
Ramillete de violetas;
violetas frescas recién cortadas.
Aromática esencia que me acompaña
mientras piso el acelerador a fondo.
Ramo inocente.
Tremendo secreto
entre las miserables rocas.
Ana María Lorenzo-