Habitan mi corazón austral
tu noche fría, tu lejanía misteriosa
y los castores que tuercen tus ríos.
Acaricio tu mapa con mis sentidos
y me lleno de bosque y Beagle,
como aquella vez,
que libé tu cárcel, tus hielos
y el silencio de Lapataia.
Nada fue igual: habías entrado en mí.
Por eso esta pena
de cordillera y sur solitarios,
porque te alejan de nosotros
y a ninguno nos inquieta demasiado.
Cecilia Bigetti-