El alma al Diablo.

Venderle el alma a Dios
me puede salir más caro
que regalársela al Diablo
pero no me vas a ver arrepentido
de mi decisión
en mi opinión te digo
rompiéndome la napia
sangrando frente al espejo
o al plato vacío
saltando como conejo
de lagarto en lagarto
hasta que salga el sol
y aunque no haya podido dormir
con ojeras negras sin lagañas
con el cerebro hecho escombros
de una demolición
con la inauguración y la quiebra
de mi empresa
con la taza sucia de café en la mano
mirando tras la ventana
desmoronarse el nuevo día.

Martín Ojeda-