Alfaguara de mis lágrimas
tu ausencia interminable, madre.
Y te sueño joven,
cuando llevabas tomado de la mano,
tu mano protectora de sándalo,
a un niño taciturno,
semilla de poesía solitaria.
Tú no querías que yo fuese poeta,
forjador del verso, soñados constante,
habitante de la melancolía.
Tú no querías; maduré mis años,
y ahora estoy aquí, poeta al fin,
para cantarte.
Aldo Alemán-
|