Juana es mi nombre y mi apellido Nadie.
Hubo un tiempo de misterios gloriosos.
La niña se hamacaba en la lumbre amorosa de la tarde:
Mezclaba el cielo, la flor silvestre, el aire…
Salvo el padre, nunca faltó ni sobró, nada.
“Padre nuestro que estás en el cielo”
La huída comenzó, cuando mis pechos fueron brevas,
Y elegí… ¿Elegí?
Hambre de mis hermanos o saciedad del hombre.
“El pan nuestro de cada día danos hoy, señor”
Y comenzó el calvario.
El primer labrador horadó, sin piedad mi tierra virgen.
“Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caía”
-Misterios dolorosos-
Y cambié mi nombre por María.
Y fui miles Marías, María Magdalena, la Macorina, la egipciaca.
Y fui puta. La puta madre. La puta patria. La puta España.
Y levanté con orgullo mi frente y mis polleras.
Los hombres, talaban en picada mis montes.
“Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo“
Y no pensar y no sentir y no vivir.
Alondra inmaculada, en mi vuelo ciego.
Y volver a los ríos de mi infancia.
-Misterios gozosos-
Caballos blancos, caballos negros, potros salvajes.
Contar. Contar. 1.2.3…..
Hedor y mierda. Mucha mierda.
Ha comenzado la agonía.
Y el tiempo pasa y caminan los árboles, los techos, el cielo.
Y llega una mano abierta y un falo extendido.
¿Fue posesión, hartazgo, hastío?¿Desesperación?
“Dios te salve María, llena eres de gracia”.
Y volví a ser la Juana. Ángel de alas caídas.
Mientras tanto los palos de mi cruz, brotaban.
Y subía la pollera y bajaba la frente.
Y a la noche, la dulce letanía que salva.
Y no pensar, y regresar entre cruces y nardos.
“Ruega por nosotros, los pecadores…”
Me conocen por Juana, mas, soy María.
“Ahora y en la hora de la muerte. Amen”.
Amelia Arellano, San Luis, Argentina