Mi trabajo como peluquero a domicilio me trae muchas satisfacciones, muchas anécdotas y enseñanzas.
El lunes me llamó un señor que dijo llamarse Luis, acordamos una cita para hoy y hacia su casa me dirigí por la mañana. Luis me explicó que estaba en silla de ruedas hemipléjico y con el pelo largo, por eso me mandaba a llamar.
Cuando llegué me salió a recibir una señora, después me enteré que era Angélica, la enfermera personal de Luis.
Entré a la pequeña casa prefabricada y lo primero que veo y reconozco es a Luis en su silla de ruedas, prácticamente la extensión de su cuerpo. Allí estaba esperando de espaldas a la puerta, frente a una reducida mesa donde se podían ver una notebook, una radio pequeña que emitía un programa periodístico de la mañana comodorense, pero como estaba bajita no logré identificar la emisora. También había un diario y lo que no podía faltar, las cajas de los remedios que eran tres, todos al alcance de su mano.
Me paré en su costado izquierdo y extendió la mano derecha para saludarme y disculparse por no salir a recibirme. Noté que la mano izquierda al igual que su pie estaban retorcidos y rígidos, pero él estaba muy lúcido.
Inmediatamente me dio las directivas me puse a trabajar y obviamente a charlar con él. Me contó que tiene 60 años, que en el año 2009 sufrió un ACV y estuvo 30 días en terapia intensiva inconsciente y que primeramente había quedado cuadripléjico. No se podía mover, ni cambiar, ni hacer nada por sus propios medios así que lo internaron en un geriátrico. Allí permaneció dos años hasta que una auditora del PAMI le ofreció irse a su domicilio y que le daban un subsidio para que pueda costear una enfermera, lo cual acepto de inmediato.
Con las sesiones de kinesiología pudo recobrar el movimiento de la parte derecha de su cuerpo, y con el tiempo dejó los pañales, ya se puede cambiar solo, puede dar unos pasos munido de su bastón, y lo que no puede hacer solo es bañarse, por el riesgo de una posible caída y posterior fractura de alguno de sus frágiles huesos.
Luis no pierde las esperanzas de poder recobrar la movilidad completa de su cuerpo, él era un hombre activo y hoy sólo puede moverse con dificultad ayudado por su silla de ruedas y su bastón para dar solo algunos pasos.
El resto lo hace siendo llevado por la enfermera para todos lados. Lo alenté a seguir rehabilitándose y él me dijo que tenía un gran anhelo, un proyecto podríamos decir. Me dijo que el para este verano tiene como meta «poder salir al patio por sus propios medios…»
Me quedé pensando todo el día en eso. Nos quejamos que no ganamos lo suficiente, que no tenemos el auto que queremos, que otra vez nos engripamos, que hace frío, que mi equipo perdió, que tal cosa, que la otra. Vivimos quejándonos de todo y dejamos de ver lo esencial. ¡Lo esencial es que estamos vivos y estamos bien! En nuestro egoísmo diario y lógico, magnificamos nuestros problemas, los sobredimensionamos y nos alejamos del punto clave, y el punto es que estamos bien.
Dejemos de quejarnos por problemas que son superfluos y vivamos, concentrémonos en que estamos bien, nos podemos mover de aquí para allá por nuestros propios medios. ¡Somos más que afortunados, somos exitosos y no lo sabemos ver!
La próxima vez que pienses que estás mal, y que todo te sale para el carajo, levantá la cabeza, respirá hondo y pensá que mientras vos creés que tenés mala suerte porque perdiste el colectivo, porque en el banco te tocó el número 209 cuando el cajero está atendiendo el 87, porque vendieron los zapatos que tanto te gustaban y que sé yo cuántas cosas más… que mientras vos creés que tenés mala suerte y un mundo en contra, pensá que en algún lugar de esta ciudad Luis esta lleno de esperanzas y agradece todos los días el poder despertar, el poder respirar sin un respirador, el poder estar en su casa y el poder avanzar con su discapacidad.
Y pensá también, y aprendé también, que si sigue con esa carga de optimismo y buena onda, en el verano va a festejar haber podido salir al patio por sus propios medios…
Y vos… ¿Que problema tenés? Pensalo mejor…
JOSE LUIS OLAVE