No estaba seguro de poder sentir
cómo un arrebato
de menta y sábanas limpias
lo amanecía al escucharla
cómo se le empañaban las ventanas
cuando los hoyuelos de su risa
le desplegaban gaviotas
y le escribían panes en las manos ásperas
cómo entre los dientes
se le rompió un beso
aquel día
cuando la tuvo tan cerca
que pudo verle florecer azucenas
en la garganta
cómo concebir
que un galope de audacia le abría las mañanas
cuando su pelo le volaba rojos
en la tiza de la pizarra
a él
que se había gastado la vida
encadenando crucigramas.
Alicia Perrig-
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