Escribir se hace cuesta arriba;
nadie lo sabe,
por eso quise proyectarme
en la algarabía que toca,
insiste, descorre pieles
y pide emergencias
de sensaciones desparramadas
en el oleaje de una resistencia,
pero, olvidó quedarse
y solamente pude soñarla
en el rato de pupilas,
que se iban durmiendo
en detalles de un otoño.
Raquel Piñeiro Mongiello-
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