El pan que nace
el pan en el horno de los dioses
el pan en los pechos de las vírgenes
el pan en el hombro de los estibadores
el pan
siempre el pan
que amarillea pasajes grises
jornadas estriadas
vientos policromos
mecidos en espigas bajo el sol
quebradas de silencios
redimidas de ilusión en la gramínea
que espera por la lluvia
regando de alquitrán
la piel ajada del campo
Cierto es el pan
pan de toda certidumbre
noble armazón de energías
amasándose en la inercia
de los dedos sin sortijas
donde crecen las montañas
en el axioma perfecto
La ronda del pan
cuerno
que rompe
sofismas
porfiado
sobre el hambre
salta
en interminables boquetes
de resquicios
de inclemencias
Acorazado de féculas
gigantesca
levadura de sudor y tiempo
hojaldrada
con el agua sempiterna
encima de las mañanas
hasta el aroma clavada
en el ojo de la aguja
por donde el hombre se escama
y se devuelve a la tierra
desnudo
alquimia de alumbramiento.
María Eugenia Caseiro-