Te me vas de los ojos…
Te me vas de las manos,
así como el crepúsculo
se resbala en los campos.
Mi pena se va cubriendo
de color anaranjado,
mientras las horas se duermen
en la quietud de los cardos…
El crepúsculo va huyendo
por el borde de los pastos.
Crepúsculo entre las flores
y en los árboles callados;
crepúsculo, que en tu adiós,
llenó el hueco de mis manos…
Mi pena se va cubriendo
de color anaranjado;
las horas ya se han dormido
en la quietud de los cardos.
Irma Droz-