El verano se angosta y desanda un olvido
en el tránsito denso de una tarde sumisa.
Los rumores invaden sutilmente al instante
y aletargados caen los desvelos tardíos.
Después abre los ojos y complacido acoge
una lluvia serena que desasida extiende
su inclinada caída en un súbito ensueño.
Es posible que alguien aniquile un olvido
y otro ya despierto retenga una sonrisa;
otro divague y luego enuncie pormenores
o viva todo el tiempo desairando una busca.
Pero el sofoco vuelve entre pasos y voces
y al instante lo aviva un simple parpadeo.
Julio Bepré-