Existe
un pequeño surco atravesado de aspas
que volvió del olvido
para
diversificar el aliento,
distribuir el color
suponer el sonido del eco,
abierto, cuajado y devuelto a su
original pieza visual.
El deleite, distingue
el final de la cola.
La espera que comienza
a latirte en Aquiles
necesita un pequeño golpe
para
destruir lo único aparente.
No necesita más.
Un color que chille,
una minoría más,
un soliloquio lo más ajustado posible.
Un disparo
de armaduras y amantes
entrevistados, desvestidos
arrogantes y sinuosos.
Necesita
puntos en común del campo visual
y el maestro de las llaves pulidas
cambiando el rumbo en
el cambio de guardia.
Azahara Casanova-