Del sueño te consigo
cuando el umbral se abre a ti,
los tiempos son todo,
y nada, como un instante
eterno que se hace finito
de lealtades pasadas.
Con qué sonámbulo deleite
te introduces en la niebla
estrecha de un abrazo
con tu sangre, y que tu alma
busca en la memoria
desvaneciéndose en ella
y quedando en la sombra.
La noche te despoja
de los truncos reflejos
de la verdad, tan íntimo
como intemporal
en su nombre,
desde los cuartos de arriba
donde la vista alcanza
al otro lado del muro.
Luces fugitivas,
de trazos y de letras,
en el primer bostezo
de una estrella
que lleva a la raíz
un pronombre
que es el mar, lo sé,
en la impaciencia de una lágrima
sostenida en la escucha
del amor,
en otro tiempo,
imaginando posibles
de vernos una tarde
en los ventanales
de un ‘te daré’.
En la distancia del ahora,
tan cerca como real,
la geometría se desnuda
en descalzados tiempos,
donde solo se está
en los ritmos inmortales,
como en un beso…
Juan Ramón Jiménez Simón-