¿Quién no guarda a sus hijos
como el palo borracho
entre nubes de algodones
que lo cubren de blanco?
¿Quién florece tristemente
como ese lapacho
que destiñe triste sus flores
ante la casa de la vecina
que se fue al camposanto?
Árbol, si eres casi humano.
Respiras
cada alegría
de los que te amamos
y tienes algo de santo
porque te brindas gozoso
ante la indiferencia del mundano
al que le entregas
fruto, calor, frescura,
perfume
y la belleza inusitada
que proclama la vida
como mágico milagro.
Hilda Augusta Schiavoni-