Su paso cansino
se iba demarcando
en la arena de la playa,
iba a la par
con sus pensamientos,
que le corroían el alma,
es que no se explicaba
¿el porqué?,
había hecho todo lo posible
para agradarle,
para demostrarle
que su amor era sincero.
Cuando escuchó el NO,
pensó en muchas cosas,
pero había recibido
la sabiduría de Dios,
de sus padres, de sus amigos
y optó por la mejor alternativa:
Buscó de nuevo la sonrisa
de la vecina,
estaba seguro
que ese era el rumbo
que el tata Dios
le había señalado.
Ricardo Ponce Castillo-