Como el de Woody
en su butaca de imberbe
refugiado de los ladrillos grises
en lo profundo de una pantalla.
Aferrada al silencio
del collar de colores en su falda
cuando el sonido furioso de las espadas
me llamaba a huir.
En ese cállate la boca
del no molestes
que abreviaba el deseo
en la oscuridad del cine.
Hecho de cortes y recortes
ensambles y retrocesos
en el pegado actual
de este film propio.
Siendo esta película
que late en los cuadraditos
en los bordes pegados
cicatriz lavada.
Mónica Muñoz-