El primer astronauta muerto en la luna fue un negro.
Lo abandonaron desnudo en la superficie, porque no había mucho presupuesto para la aventura espacial.
Su cadáver se veía como una mancha sombría desde la Tierra, arruinando el sueño romántico de los nocturnos enamorados.
El presidente ordenó que una próxima expedición trasladara sus todavía negros restos al fondo de un cráter en lado oscuro.
Cumplida la nueva misión, en la Tierra los hombres lobos y enamorados volvieron alegremente a sus romances, nocturnos y serenatas a la luz de la luna.
Rubén Vedolvaldi-
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