Poemas

Inauguración

 

Llegó a pie,

trayendo consigo

un pequeño bolso de mano

cargado con unas pocas palabras.

Ella sabía

que, para atormentar,

no era necesario

de la intervención

de muchas artimañas.

Cerró la puerta

a su paso,

acomodó lastres o cuatro pavadas

que daban vueltas

obstaculizando los pasillos

oscuros de mi alma,

recién alquilada.

Y, sin siquiera

calzarse el uniforme,

subió la persiana

y comenzó a despachar

penas al por mayor,

a todo cuanto pasaba.

Trabajó duro.

Solamente se tomó

un respiro

a la hora de la siesta

para contemplar

como el tiempo

se huracanaba volviéndose gris,

el día que la angustia

inauguró una sucursal en mí.

 

Del libro Plenilunio

Gito Monire-

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