Todos creemos y aceptamos que la medicina preventiva mejora la calidad de vida de las personas, pero no solemos cuestionarnos si su aplicación puede causar daño.
El médico toma la presión a sus pacientes, los pesa, les pide análisis de colesterol y de glucemia; a las mujeres les realiza un Papanicolaou, les pide una mamografía y una densitometría ósea. Quiere cuidarlos; busca detectar riesgos y prevenir daños para ayudar a sus pacientes. En este proceso de búsqueda del riesgo se detectan enfermedades, y así aparecen los “nuevos enfermos”, personas que se sienten sanas a quienes el médico les ha encontrado un problema de salud.
¿Tiene sentido todo esto? ¿Todas las personas que el médico quiere cuidar se benefician con la detección precoz de las enfermedades? ¿Puede uno llamar enfermedades a estos hallazgos? Estos son los interrogantes del autor, un médico de familia que está convencido de la importancia de la Medicina Preventiva y ha dedicado tiempo a reflexionar con sus colegas y sus pacientes acerca del impacto de ser catalogado como enfermo.
Invitamos a compartir la lectura de este libro a todos aquellos interesados en esta apasionante reflexión, tanto a la comunidad en general como a los profesionales de la salud.