El ritual
se desplaza entre las bóvedas marmoladas
Gris en fina garúa
hojas arremolinadas por el viento ocre
un rosario de voces lleva el cajón
La fosa espera
sin apuro
el final
de una inocente
Mirada turbia
Celos
oído envenenado
por la palabra ponzoñosa
y el último beso que pudrió su boca
La mano extendió el puñal
Otra Desdémona
abrió la puerta al infierno
El viento y las hojas
tiznan el cielo
Desde la vereda opuesta
el culpable
mastica hiel
vacío de caricias
aferrado al
destino aleatorio
del tiempo
Ángeles negros
se apiadarán de sus almas.
Graciela Barbero-