«Había que filmar una película, una desbordada de acción y de ternura y de sábados, es decir, una tierna de sábados de súper acción, y es probable que yo, el actor que debía interpretar al chambón del capitán Parrilla, sintiera que tal vez la pluma pudiese acudir en mi rescate cuando las cosas se me hicieran tan turbias que no supiera ya qué dar de mí.
Así que me aferré a ella como a un salvavidas, como al estribo que me mantuvo provisoriamente en esa mula retobada, me aferré como a menudo al chiquero portátil, ese tractor vacilante que se deslizaba sobre el barro formoseño y que en su corcoveo cobró la vida de algunos audaces mal asidos, me pegué a la escritura porque probablemente el dolor era tan grande como la risa y si uno no da cuenta de ello sólo queda la vaga sensación de un dolor mal formulado. Hacer Parrilla duele de mil formas diversas, mas no me quejo: los actores buscamos el dolor tanto como las personas el placer o los directores de fotografía un cielo sin nubes movedizas. Así que empecé a escribir los Diarios para no dejar escapar ninguna impresión. Yo fui feliz en esos días. Todos lo fuimos» – R.S. (Editorial Entropía)
Previo Cansancio
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