La desolación.
La grieta abre un cielo tenebroso.
Espalda contra el charco
(boca arriba, boca abierta
boca triste, boca muda).
Noche de presagios. Alguien sufre.
Rocas encendidas golpean
cordilleras y cataratas
y el viento austral hiende
su colmillo en el marasmo.
El cirineo se ahoga en los turbiones
y el Mal espeluzna a la irredenta nación.
Una cabeza (¿mía?) deambula seccionada.
Alguien la patea y rueda por la calle
hasta la puerta del Infierno,
donde moran poetas que odian la lluvia.
Un tango solitario canta identidad.
Cecilia Bigetti-