Alguna vez fui alguien que viajó en el fuelle de los trenes,
fui el hombre que había perdido la hora de tus pasos;
alguna vez fue solamente una soledosa tierra de nadie,
dos labios para decir tu nombre en la noche,
dos labios
para besar la boca de tu larga ausencia, pero
mírame ahora, coloca tu mano aquí, donde
están las flores de tus ojos y oirás el paso de tu
amor por mis venas, oirás
tu nombre, la luz
de tu respiración
y este viento
que ahora sacude mi sauce, esta lenta lluvia, este marzo,
esta noche
que pasa
lentamente por
los extramuros de mi sangre sola. No, no me importa,
sé
que tu amor tiene el tamaño de un horizonte,
sé
que tu amor y el mío no caben
en este profundo misterio de la noche.
Dardo Dorronzoro-