Cuando la muerte llama,
todos advertimos el roce.
No abrimos las puertas,
no contestamos las llamadas,
no miramos por la cerradura.
Pero sentimos el frío
escalarnos la espalda.
Cuando la muerte llama,
negamos el futuro;
nos inventamos un sueño
inalcanzable.
Nos ahogamos con la vida.
Cuando la muerte llama,
tenemos fecha de vencimiento.
Luis Camacho-