Estos engranajes que ves,
son parte de mi caparazón,
la carcasa de un motor que no para,
la música que suena,
el rocanrol en un bar,
las llantas gastadas de tanto patear,
por las calles de una gran ciudad,
las voces del viento,
los gritos de una turba enfurecida,
que te quieren destripar y secar al sol,
las hienas
que se comerán lo poco que quede de tu corazón
y los juicios donde perderás la razón,
siento el olor a aceite quemado,
a combustible barato,
veo humanos cruzar el asfalto como lagartos,
y siento el placer de estar del otro lado,
el dulce sabor de tus labios,
después de fumar tus cigarros,
y la bicicleta en la que voy pedaleando a tu lado,
y los escombros
que fueron muros de ladrillos macizos alrededor,
todo es un laberinto paradisíaco
y disfruto descifrándolo,
encontrando los puntos g de la cuestión,
amarrando fuerte los lazos que me unen a vos.
Martin Ojeda-