hechas con pedazos de hogaza y hambre
quiero todas mis voces que pugnan por brotar al amanecer,
las que aguardan en el corazón izquierdo
las que me acechan por el puño derecho.
esas palabras incandescentes con el sopor de mi voz:
nada más que esos sonidos perversos que me denuncian;
mi rostro de hurón en fuga, mi sangre de río sin memoria
o quien quiera que yo sea.
aunque tenga el alma llena de vacío,
no me dejes hablar, madre
también escúchame.
Del libro Los fuegos prometidos
Alfredo Luna-